Thursday 13 March 2008

Leopoldo Alas Clarín: La Regenta


Antes de indagar en las específicas posturas clarinianas en lo tocante a la educación, sería conveniente tratar de elaborar primero un cuadro histórico e ideológico que nos suministre los estímulos y las influencias concretas a las que el propio Clarín fue sujeto, y que iban a plasmarse posteriormente en su obra literaria, y en especial en La Regenta. Claro está, dicho cuadro se centrará principalmente en la interacción entre nuestro escritor y el tema particular de la educación (que durante la segunda mitad del s. XIX cobró enorme importancia, desatando toda una polémica, llena de connotaciones filosóficas como veremos), sin que esto signifique que no se analizarán de paso otros conceptos o hechos condicionantes tanto del escritor como de su novela.
En este aspecto, de mucha relevancia en la formación intelectual de toda una generación de pensadores y artistas españoles y en la del propio Clarín fue el krausismo, aunque (especialmente en este último) funcionó de forma más bien oblicua, latente y a veces distorsionada y adaptada a necesidades y a condiciones históricas concretas. Dicho movimiento filosófico proveniente del filósofo alemán de menor importancia Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832)
[1], consistió en un más bien enmarañado sistema conceptual, que a grandes rasgos trató de conciliar por una parte la religión y el Dios (si bien atribuyéndoles un barniz modernizador) y por otra parte, la recién introducida en terreno español ciencia. En lo que a su trasfondo puramente filosófico concierne, se diferenció de buena parte de la metafísica alemana (principalmente de la de Hegel), no pudiendo evitar influirse fuertemente por otras ramas de ella misma (Krause fue un discípulo de Fichte)[2]. Krause invocó la (nada innovadora) idea de una supuesta armonía humana, basada en los dos pilares de Naturaleza y Espíritu, esencias verdaderas de Dios y por ende del hombre también (dado que este último es en realidad una proyección de la perfección divina). En otras palabras, Dios comprende (y da origen) al mundo y al hombre; analizando y entendiendo el mundo podemos llegar a entender a Dios también; toda la evolución histórica del hombre no ha sido más que un proceso lineal (¿una idea predarwiniana?) desde unas formas primitivas a otras superiores de comprensión (por parte del hombre) de la armonía y de la esencia divinas, hasta el momento en que el hombre podrá experimentar el ideal krausista: una situación utópica en la que reinarán el amor, el conocimiento completo de Dios y una armonía equilibrada, objetivos a cuya realización mucho han de contribuir la ciencia y la razón[3].
Ahora bien, tal sistema, más bien simplista en su concepción, aunque de sobra complicado en su confección, que nunca podría equipararse al de los demás grandes metafísicos alemanes, iba a encontrar terreno fértil en España, como era de esperar, por las razones históricas y culturales que fácilmente podríamos adivinar: las estructuras sociales y políticas subdesarrolladas o arcaicas en comparación con sus coetáneas europeas, el déficit educacional considerable de España, fruto del sinfín de convulsiones políticas y sociales sucesivas que afligieron al país a lo largo de todo el s. XIX; y, último pero no menos importante, el profundamente arraigado espíritu tradicional español (con sus fetiches tan característicos, como el de honra o el de caballerismo) y una adhesión hasta los extremos al dogma católico cristiano, condicionamientos tan definidores de la historia y del psiquismo español propiamente dicho.
Enfrentado con un ambiente ultraconservador y un pueblo inculto y reacio a cualquier insinuación de cambio, Julián Sanz del Río debió de encontrar en el krausismo el sistema filosófico idóneo para este psiquismo español, el cual con las necesarias adaptaciones, sería el único que pudiera sembrar las primeras semillas de cambio que tanto anhelaba la clase burguesa española, a la que él mismo pertenecía. Parafraseando la teoría inicial de Krause, intentó de insertar en la mente y la sociedad españolas, exactamente estos gérmenes de cambio, eludiendo a la vez perturbar los bien anclados tabúes morales y sobre todo religiosos de sus compatriotas. Y del mismo modo iban a actuar sus célebres y afanosos seguidores, tales como Giner de los Ríos o Manuel de la Revilla
[4].
¿Cómo se encuadra el tema central de la educación en el contexto del krausismo y en especial en su versión española? La respuesta ya deberá derivar del análisis anterior. El krausismo español propugnó una amplia educación de todos los aspectos en los que consiste la entidad humana, secularizada y abarcadora de las modernas tendencias e ideas que se gestaban a la sazón en el marco europeo, inteligentemente incluyendo la religión en su programa, pero modernizándola y atribuyéndole un carácter más laico y progresista, destilándola de su tradicionalismo, conservadurismo e intransigencia profundamente enraizados.
Materialización de todo este proyecto renovador krausista fue la Institución Libre de Enseñanaza, semillero verdadero de ideas y de pensadores, único faro de progreso y de educación, dentro del monopolio oscurantista establecido por la alianza Restauración-Iglesia que predominó durante el último cuarto del s. XIX en el país. Expulsada por la educación oficial pública española (como lo fueron también repetidas veces sus fundadores, durante el período de la Restauración), y restringida en el sector de la educación privada, la ILE destacó la libertad como condición 'sine qua non' para una educación correcta, promovió la ciencia y guardó distancias del oscurantismo religioso reinante
[5]; ideó un modelo de educación individual total, contemplándola no simplemente como utensilio para ganarse la vida, sino primordialmente como confirmación de la individualidad y de un desarrollo global de la entidad humana[6]; procuró mediante su propuesta educativa insuflar en las mentes de sus contemporáneos, carcomidas de la escoria del tradicionalismo, de la intolerancia y de la ignorancia, valores como la ciega confianza en la naturaleza humana, en la cual creyeron inmanentes otras cualidades, tales como la tolerancia, la libertad, la integridad moral y la perfección estética[7]; asoció por vez primera la adquisición de conocimientos técnicos con el contacto directo con la naturaleza y abogó por la unidad de educación, conocimiento, vida y juego[8]; demolió cualquier frontera racial o de sexo, impulsando la coeducación, manteniendo aún más en estrecha relación vida y escuela[9].
Ya disponemos de un fuerte mapa conceptual con relación al fenómeno del krausismo en general, a su inserción, diferenciación y aplicación específica en el marco español de la segunda mitad del s. XIX, a la relación íntima entre krausismo español y a la educación y los frutos concretos que dicha relación engendró.
Le debemos todavía un análisis a la otra vertiente que confluyó en la formación teórica y artística de Clarín: el naturalismo, tema que podemos relacionar con el de la educación sólo a través del concepto del determinismo, otro fruto éste de las fermentaciones ideológicas que se dieron a lo largo del s. XIX en el marco europeo. Ahora bien, dicho concepto iba a irrumpir en el terreno artístico-literario al adoptarlo el fundador del llamado movimiento naturalista literario, el francés Émile Zola, quien fuertemente influido por las nuevas tendencias y desarrollos científicos de la época, trató de aplicar la nueva mentalidad experimental-científica en el campo de la novela
[10]. En sus propias palabras: "A menudo me bastará con reemplazar la palabra médico por la palabra novelista para hacer claro mi pensamiento y darle el vigor de una verdad científica"[11]. O como afirmara él mismo en otra ocasión: "Nuestro gran estudio está aquí, en el trabajo recíproco de la sociedad sobre el individuo y del individuo sobre la sociedad"[12]. Ideas sobradamente reveladoras de la repercusión que tuvo el determinismo como categoría filosófica en la configuración del Naturalismo literario francés y que destiladas por la moderación española desembocarían en las dubitaciones famosas de la considerada como la más 'naturalista' de los naturalistas españoles, Emilia Pardo Bazán: "el vicio capital de la estética naturalista: someter el pensamiento y la pasión a las mismas leyes que determinan la caída de la piedra"[13].
Pues bien, a pesar de dichas vacilaciones, debidas a evoluciones históricas propias en el marco español y aunque de un modo señaladamente más moderado, esforzándose por guardar distancias del radicalismo del paradigma francés, limitándose más bien a reinventar el propio legado naturalista español (Cervantes, picaresca)
[14], los grandes escritores españoles de la Restauración adoptaron, con amplias divergencias entre sí y de modo marcadamente personal cada uno, muchas de las premisas del naturalismo literario francés y zolaesco en especial. Entre ellas, el ya citado determinismo, concepto que englobaba a la vez el papel condicionante (y visto de modo casi fatalista, aunque el mismo Zola no aceptara dicho término[15]) de la educación, tema este último, que aunque encontrara sus más evidentes manifestaciones en la obra de escritores como Emila Pardo Bazán o Vicente Blasco Ibáñez (con su La Barraca[16]), también se iba a plasmar, de modo más latente pero igualmente determinante en La Regenta de Leopoldo Alas Clarín. Al fin y al cabo, los personajes centrales en dicha obra se ahogan a causa de la educación deficiente o errónea a la que fueron sujetos de adolescentes, no pudiendo librarse de las consecuencias fatales que ella conlleva durante su vida adulta, y es exactamente en este punto donde se pueden constatar las influencias del determinismo naturalista en La Regenta de Clarín. Veamos ahora más en detalle cómo se concreta esta correlación e interacción entre la educación (de prosapia krausista-naturalista-determinista, tal y como la hemos presentado anteriormente en este trabajo) y la obra maestra de Clarín.
Ana Ozores es la protagonista trágica de La Regenta, cuya situación asfixiante se nos presenta como consecuencia de una educación católica, en consonancia con su alcurnia y en contra de su propia naturaleza, negándole sus instintos físicos y corporales, aniquilando toda espontaneidad y talante en su vida de adolescente, en última instancia, haciendo todo lo posible para que se ajuste a lo que una sociedad tradicional y oscurantista ordena. El resultado va a ser un torcido y anormal desarrollo psíquico de Ana, el cual hará de ella un ser melancólico, triste, proclive a la depresión, el aburrimiento crónico y el misticismo, desembocando en la enfermedad y el colapso final
[17]. Muchas ideas de índole filosófica subyacen aquí: primero, el determinismo naturalista y el krausismo de Clarín, a los que ya nos hemos referido de modo exhaustivo; un anticlericalismo explícito que se aprecia además en el tono grotesco, paródico pero a la vez horripilante que Clarín utiliza al describir la educación católica de Ana suministrada por sus tías y su aya; una crítica fuerte y una repugnancia expresa hacia la sociedad, que se nos presenta como opresora y destructora del hombre, con única pretensión obligarle a él a obedecer y a adaptarse sin más a sus normas (claramente baladíes, según Clarín), ignorando sus propias cualidades y necesidades psíquicas; la contemplación de la educación como un mecanismo adicional del poder (todo se incluye en este término: la sociedad, la iglesia, la familia) para que se recupere de la 'enfermedad' (o sea de un estatus 'antisocial', como el que muestra Ana con sus inclinaciones artísticas, con su sentimentalismo romántico o con sus aventurillas amorosas inocentes), como observa con acierto Fernández María S.[18].
Los demás personajes, como es de esperar, no se apartan del esquema que acabamos de esbozar. El Magistral Fermín de Pas, se encuentra en una escisión interna enorme: por una parte, sus instintos biológicos, que le empujan a amar a Ana de modo natural y no a través de las abstracciones religiosas que le proporciona su oficio; por otra, aquella educación cristiana que le niega cualquier insinuación de amor biológico, en nombre de una futura ascensión a la cúspide de la pirámide eclesiástica que le ofrece como compensación. De modo otra vez paródico, que a la vez encierra gran compasión, Clarín conoce la razón profunda de esta escisión y desdicha de su héroe: es su madre, figura despótica, representante fiel de la sociedad y de sus mecanismos educativos, que no duda en destruir a su propio hijo, sólo para insuflarle un corpus de valores putrefactos de una sociedad igualmente podrida
[19].
En lo que a Álvaro Mesía se refiere, baste decir que su educación más bien brilla por su ausencia, al menos esta es la impresión que aparentemente quiere crear Clarín. No existe en la novela cualquier mención acerca de su pasado (familiar o profesional)
[20]. Al parecer, Clarín se valió de dicho personaje para denunciar otros fenómenos de la época, tales como el caciquismo[21], el utilitarismo, el pragmatismo cínico contrapuesto al idealismo romántico, o la corrupción ética del clientelismo político dominante durante la Restauración. Pero al fin y al cabo, tras teñir a Mesía con los colores más oscuros, y al atribuirle un carácter tan defectuoso, frívolo y malicioso, Clarín no hace más que insinuar otra vez el problema general de la carencia de educación como causa principal de la degradación psíquica y ética del hombre.
En fin, respecto a Víctor Quintanar, se trata de otro protagonista que se destruye física y psíquicamente, si no exclusivamente, al menos en gran parte a causa de la falta o de la deficiencia de la educación adquirida: así es cuando por ejemplo Quintanar decide asistir al duelo con Mesía, empujado por las presiones sociales, por la ética moral que impone la sociedad circundante (aquí encarnizadas en la persona del Magistral Fermín de Pas)
[22] y por su mala comprensión de las novelas Calderonianas, que le infunden una susceptibilidad a ultranza hacia el tema del honor y la venganza del 'marido ultrajado'[23]. De todos modos, la burlesca figura de Víctor Quintanar encubre otra vez una infancia y una educación problemáticas[24], hecho que configura el trágico desenlace de la vida de este personaje, y que constituye la razón principal del trato compasivo y profundamente humano que le guardó Clarín.
Bibliografía general
- Barroso, A. et al. Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo
XVII. Madrid: Ediciones Istmo, 2001.
- Πάντου, Σ.. Λογοτεχνία Ισπανίας Ι. Πάτρα: Εκδόσεις Ελληνικού Ανοικτού Πανεπιστημίου, 2001.

FUENTES DE INTERNET
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_042.htm.
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_043.htm.
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_044.htm.
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_045.htm.
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www.auladeletras.net/material/real.pdf.
www.cenit.cult.cu/sites/revista_islas/pdf/130_07_Dominguez.pdf.
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www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12604863131268282976624/p0000002.htm.
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http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Christian_Friedrich_Krause.
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http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo4/hisp4-sanchez.htm.
http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html.
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Christian_Friedrich_Krause.
[2] www.filosofia.org/enc/ece/e30825.htm y www.portalmundos.com/mundofilosofia/espanola/krausismo.htm.
[3] www.filosofia.org/enc/ece/e30825.htm.
[4] http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html.
[5] www.ensayistas.org/critica/generales/krausismo/temas/ile.htm.
[6] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_042.htm.
[7] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_043.htm y www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_044.htm.
[8] Con la llamada pedagogía de intuición. Consúltese:
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_044.htm y www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_045.htm.
[9] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_046.htm.
[10] Véase en: www.auladeletras.net/material/real.pdf.
[11] Ídem.
[12] Ídem.
[13] Ídem.
[14] Sobre dicha supuesta 'restauración' del naturalismo español, según Galdós, y sus aplicaciones en La Regenta de Clarín, consúltese: http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[15] www.auladeletras.net/material/real.pdf.
[16] www.ucm.es/info/especulo/numero9/barraca.htm.
[17] Consúltese: www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[18] Consúltese: www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12604863131268282976624/p0000002.htm.
[19] www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[20] http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[21] Consúltese www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[22] http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[23] www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12473959873481628265679/p0000001.htm#I_3_.
[24] www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/13561621092356052976613/p0000006.htm.

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