Thursday 13 March 2008

Muerte y neurosis en Luis Cernuda, Juan-Ramón Jiménez y Ramón del Valle Inclán



Luis Cernuda, poeta del s. XX por antonomasia, sufrió de todo lo que éste imprimió sobre la conciencia humana: soledad, aislamiento, sentimiento de marginación, alienación, neurosis y muerte, proyectándola magistralmente en su poesía existencial. Homosexual, comunista, romántico y existencialista, encarnó de modo representativo las ansias y las enfermedades psíquicas que el nuevo siglo conllevó. Muy acertadamente J. Caminero[1] observa la tan característica propensión cernudiana hacia, por una parte, la idealización-mitificación del pasado histórico español, y por otra, hacia la evocación nostálgica del paraíso perdido (léase niñez), tema este último que impregna todo su corpus poético de modo aflictivo y obsesivo. No olvidemos que tanto personalmente Cernuda como también todos sus coetáneos y amigos escritores de los pertenecientes a la llamada Generación del '27, se vieron condicionados de modo determinante por las concretas coyunturas históricas traumáticas que estigmatizaron irrevocablemente a la España contemporánea. En algunos de ellos el trauma se manifestó como pérdida de su propia vida (Lorca), en otros (Cernuda), como sensación de desarraigo profundo (físico y espiritual), como amargura, pesimismo, marginación y olvido.
Con razón J. Caminero
[2] llega a relacionar el marcado pesimismo y nihilismo cernudiano con las experiencias provenientes de un contexto histórico concreto: el exilio, el olvido y la marginación a la que se le condenó al poeta tras la Guerra Civil, se convierten en anhelo del paraíso idílico pero perdido de su infancia; en fuga, a toda costa, de una realidad decepcionante, llena de muerte; en deseo de librarse de la sensación irremediable del tiempo que atormenta al poeta, lo desesperanza sin paliativo alguno. Según Caminero, en Cernuda SER equivale a TIEMPO. Y TIEMPO equivale a MUERTE[3]. A modo de prueba sobre la relación estrecha entre los términos arriba analizados, leamos al mismo Cernuda:
Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza (no sé si expreso esto bien). Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre una vez ha vivido libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad.
[4]
Tras el análisis introductorio anterior, se habrá notado que hemos llegado ante la definición misma de la neurosis, quizás recapitulación sumaria de la índole verdadera de la poesía cernudiana:
El duelo es, por lo general, la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. […] La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución del amor propio. (Freud, 1988: 2096)
[5].
Cernuda, aplastado por la dolorosa realidad exterior, recurre a la neurosis (en el sentido freudiano y reichiano), como contrapeso
[6] a ella, inventándose un sinfín de dicotomías y dualidades[7]; se vale de la introspección y la auto-reclusión como 'contracarga' a una vida llena de tiempo y de muerte; y se aferra a los artilugios imaginarios de la niñez, del pasado, del olvido, en un intento agonizante de librarse de todo lo circundante, en un esfuerzo de anatematizar lo efímero de la existencia humana, el paso del tiempo implacable, el desgaste gradual del hombre hasta el decaimiento final, que es la muerte. Obrando así, corrobora los casi coetáneos desarrollos psicoanalíticos de Freud y se hace partícipe a las demás evoluciones posteriores en este campo (con más características las aportaciones de Wilhelm Reich al respecto), las cuales por primera vez se van a centrar en la enfermedad psíquica (neurosis) como producto del conflicto fundamental de la vida entre deseo y realidad. No podría ser más elocuente al respecto el título bajo el cual el mismo Cernuda fue coleccionando sus poemas a lo largo de su vida: La realidad y el deseo. Se pone a la vez al lado de las tendencias más características del turbulento siglo en el que vivió.
Acabamos de analizar la afinidad de Cernuda al movimiento psicoanalítico. Subrayemos aquí su otro tanto relevante proximidad a las inquietudes de otra corriente del pensamiento del s. XX: la del existencialismo:
para quien reflexiona, toda empresa es absurda; Baudelaire [un tanto como Cernuda] se ha empapado de esa absurdidad. De golpe, por una nadería, un chasco, una fatiga, descubre la soledad infinita de esa conciencia “vasta como el mar”[…] en uno de esos estados, escribe a su madre: “lo que siento es un inmenso desánimo, una sensación de aislamiento insoportable[…] una ausencia total de deseos, una imposibilidad de encontrar cualquier diversión [una autonegación]”. (Sartre, 1972: 863)
[8].
Aparecido por primera vez en la filosofía de un S. Kierkegaard o de un A. Shopenhauer, fuertemente relacionado con la casi coetánea corriente del romanticismo europeo (llevado a sus últimas consecuencias), y proyectado en el s. XX en el pensamiento de un J. P. Sartre, en las novelas de un F. Kafka, en el cine de un Bergmann o en la música de un D. Shostakovich, para desembocar al universo filosófico macabre y enfermizo de un E. Cioran, el existencialismo europeo llegó a ser quizás el rasgo más identificado con el siglo XX, y Cernuda merece indudablemente su plena inscripción en él. La muerte como tema poético predilecto, constituye la cúspide de la trayectoria de un poeta que, nacido en un siglo lleno de convulsión sentimental, sangre y horror y a la vez obsequiado del don artístico y la sensibilidad de su tamaño, no podría sino entregarse por completo a la melancolía y a la depresión neurótica, resultado inesquivable estas de un trasfondo cultural romántico
[9]-existencialista[10].
Otro poeta neurótico y gran maestro de la evasión
[11] mediante la poesía, un poco anterior a Cernuda, fue Juan Ramón Jiménez. En cuanto a la significación que el tema de la muerte tuvo en su vida y por consiguiente en su poesía, baste recordar que sus notorias crisis provenientes de una neurosis depresiva, de la que en realidad padeció durante toda su vida, se intensificaron a partir de la muerte de su padre, acontecimiento que “... inundó mi alma de preocupación sombría”[12]. A partir de entonces, la muerte se convertirá en emblema de sus versos, y en causa de sus frecuentes visitas a clínicas y sanatorios, a lo largo de su vida.
Dicho tema se bifurcará en la poesía juanramoniana en múltiples manifestaciones y matices. Una de las más interesantes, será la que entrelaza muerte y niños, en rara consonancia con la actitud semejante del antiguo poeta romanizado de Hispania Marcial, como observa C. T. Pabón
[13]. Dicha conexión le sirve a Juan Ramón de pretexto idóneo para encasillar en su poesía todo aquel catarata sentimental que le inunda, todo un arsenal poético profuso en melancolía, tristeza, dolor y muerte que tan apropiadamente se armoniza con su personalidad y temperamento propios:
«Una de esas enfermedades venenosas que llevan tantos niños del mundo había matado, después de una agonía horrible, al pobrecito niño; y la madre, una muchacha abandonada, una mártir vestida de negro, divina belleza marchitez, besaba, loca de dolor la boquita cárdena y fría del niño muerto para envenenarse también, para ir con él al cementerio. Desesperada, quería para su cuerpo, hastiado del ritmo de la sangre, el frío de aquella carnecilla amarilla,y para su boca, cansada ya de hablar las palabras de la vida, el jesto de aquella pobre boquita entreabierta. Pero el cielo alegre no quiso. Y se llevaron calle arriba la cajita blanca, en la dulce tarde de la aldea, llena de niebla y sol rosa y humo flotante y azul... »
[14].
En Juan Ramón, la muerte está estrechamente ligada al concepto del paso inexorable del tiempo, de lo efímero de todo lo vivo. Y ¿qué imagen será más representativa y expresiva del carácter fugaz de la vida, si no la de unos niños que corren hacia la muerte?
Esta prisa del día más
ese huir del corriente hoy,
este ir hacia el otro árbol
del camino que no se coge.
A la muerte corre que corre
........................
Esos niños que corren hoy
volverán a correr mañana.
A la muerte corre que corre
[15].
En otra ocasión, el poeta se vale del símbolo de la rosa (lo cual utiliza de modo impresionista, depurándolo de cualquier carga simbolista-parnasiana que pudiera haber persistido de la retórica modernista), como vehículo de expresión de la fugacidad de la vida, del inherente carácter mortal de la vida, y de la subsiguiente sensación de melancolía que emana de esta verdad. De modo que la poesía juanramoniana se nos muestra altamente preocupada por la idea de la temporalidad
[16]. En palabras de Amado Alonso: "salvar lo perdurable del seguro naufragio que es el azaroso existir temporal"[17].
La conclusión ya será fácil de inferir: como observábamos en el análisis del papel de la muerte como idea obsesiva en la poesía de Cernuda, la de Juan Ramón Jiménez obedece, salvando las diferencias, al mismo esquema
[18] conceptual, al mismo agónico discurso existencial: una aguda inadaptividad innata del poeta, hace que él opte por el retraimiento, el ensimismamiento y gradualmente la intimidad extrema y el aislamiento total; no siendo posible el ser comprendido por la mediocre masa, se encierra en sí, buscando la utopía de una belleza absoluta, libre de la corrosión de tiempo y de muerte; dicha opción no puede sino conllevar la soledad, la melancolía y crisis depresivas sucesivas, semejantes a las que sufrieron a lo largo de su vida tanto Cernuda como Juan Ramón; La muerte, se convierte así en una especie de "águila de Prometeo", según el término de Gide[19], propulsando al poeta hacia la creación artística, devorándolo y deprimiéndolo de modo insoportable. Así se explica la fobia de toda la vida de Juan Ramón de una muerte inminente: como recurso de evasión última (de índole claramente neurótica) de la mediocridad de la realidad, como justificación de su huida de ella[20], coincidiendo así de modo impresionante con su casi coetáneo Cernuda. La única diferencia entre los dos: la hemos analizado ya de sobra, antes en este trabajo. Juan Ramón se podía permitirse además el lujo de justificar su evasión en nombre de su meta sagrada: capturar y encerrar por obra de su arte, la belleza y la esencia misma de la realidad, mientras que Cernuda, careciendo de cualquier refugio metafísico o existencial, no tenía otro remedio que sumirse en fin en el más abismal pesimismo y nihilismo, del que nunca iba a librarse.
Como último, aunque en realidad precedió cronológicamente a los dos anteriores escritores, pero igualmente (si no más) importante escritor-poeta, hemos dejado a Valle-Inclán, quien comparte con ellos, tanto sus ansias y tendencias vanguardistas, que en este caso se hacen aún más acentuadas dada su anterioridad cronológica, como también su obsesión peculiar, pero no menos explicable, por el tema de la muerte.
Y es que en la obra de Valle-Inclán, la muerte no sólo ocupa una posición predilecta por ocurirse en una multitud de ocasiones y bajo las más diversas y grotescas circunstancias, como tendremos la oportunidad de averiguar, sino también, se halla en la esencia filosófica y en la actitud artística misma que adopta su 'demiurgo': en el 'esperpento'.
En cuanto a la más que frecuente ocurrencia de la muerte en la obra valleinclanesca, basta con mencionar tan sólo unos pocos ejemplos: "Todo nuestro arte nace de saber que un día pasaremos. Ese saber iguala a los hombres mucho más que la Revolución Francesa"
[21] dice don Estrafalario en Los cuernos de don Friolera; la codicia de sus hijos y los defectos innatos del hombre de los que por primera vez empieza a enterarse, le conducen a Don Juan Manuel del Romance de los lobos al más absoluto nihilismo, haciéndole desear la muerte, en una crisis de desprestigio total hacia la vida y el hombre: "EL CABALLERO.- ¿Qué derecho tienes para darle tu miseria? Guarda tus pechos y déjalo morir. ¿Ves cómo llora de hambre? Pues así ha de llorar toda la vida. ¿No te da lástima, mujer? Retuércele el cuello para que deje de sufrir, y da libertad a su alma de ángel... ¡Ojalá nos retorciesen el cuello a todos cuando nacemos!"[22]. La avaricia y la lujuria, consideradas por Valle-Inclán como defectos humanos por excelencia, conducen también a la muerte de un niño (¿simple coincidencia con el obsesivo binomio juanramoniano niño-muerte?) en El embrujado. Tragedia de las tierras del Salnés, tema que va a reaparecer en La cabeza del Bautista, otra obra perteneciente al Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte[23]. Mientras que en Sacrilegio nos enfrentamos con el sentimiento de temor que domina al hombre ante la inminente muerte[24].
Sin extendernos más en la larga lista de ocurrencias de la muerte en la obra valleinclanesca, profundicemos en la misma sustancia de dicho fenómeno, relacionándolo con el específico trasfondo artístico de su autor. Si de algo adquirió cierto renombre Valle-Inclán, fue de su invención del esperpento, según él, única actitud viable del artista ante una realidad deformada y distorsionada como la que se vio circundado durante su vida. La insistencia obsesiva en lo macabro
[25] y lo fúnebre inunda la amplia obra de Valle-Inclán, hasta encontrar su término oficial acuñado por él mismo[26] en el 'esperpento', constituyendo éste en realidad un tipo de flirteo constante con la idea y el hecho de la muerte. El esperpento de Valle-Inclán es una invención multiuso que le sirve a su creador de crítica social contra una España degradada y decadente; de utensilio literario y artístico, abarcador de los más recientes desarrollos vanguardistas de la época (como por ejemplo lo son las recientes técnicas cinematográficas y la incorporación al arte de lo irreal y de lo horripilante); de premisa filosófica en fin, en la que se fusionan erotismo, religión y muerte[27].
Pero en todo caso, lo que aquí ya nos habrá llamado la atención, es un denominador común entre los tres anteriormente presentados escritores. No lo podría haber puesto nadie mejor que el mismo Valle-Inclán: "poesía de inteligencias enloquecidas o desequilibradas", llenas de "fiebres, desalientos, caídas, arrojamientos de un ideal"
[28]. Es raro que dicha descripción, enunciada por Valle-Inclán en otro contexto, viniera a expresar tanto a él mismo, como también a los demás poetas-escritores de este trabajo. En todos de ellos se esconde una "inteligencia enloquecida o desequilibrada", y todos se perturbaron y se estremecieron por "fiebres, desalientos, caídas, arrojamientos de un ideal". Siendo así obligatorio que todos se atormentaran por la obsesión de la muerte y que todos reclutaran su arte en un intento de contrarrestar tal inestabilidad psicológica suya. Este hilo unificador, más bien latente que explícitamente expuesto entre los tres, ha constituido el acicate de su selección para este trabajo.


Bibliografía general
- Barroso, A. et al. Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo
XVII. Madrid: Ediciones Istmo, 2001.

FUENTES DE INTERNET
- R. A. Cardwell, Ocnos, o la búsqueda del tiempo perdido. Journal of Iberian and Latin American Studies, Vol. 11, No. 2-3 (August-December 2005), pp. 129-135. Stable URL: http://taylorandfrancis.metapress.com/content/w49613160h6j5701/fulltext.pdf (archivo adjunto).
- J. Larios, Dos finales al principio: 'Diré cómo nacisteis' y 'Noche de luna', de Luis Cernuda. Journal of Iberian and Latin American Studies, Vol. 11, No. 2-3 (August-December 2005), pp. 161-175. Stable URL:
http://taylorandfrancis.metapress.com/content/h14u3273n4wp2647/fulltext.pdf (archivo adjunto).
- P. R. Olson, Time and essence in a symbol of Juan Ramón Jiménez. MLN, Vol. 78, No. 2, Spanish Issue. (Mar., 1963), pp. 169-193. Stable URL:
http://links.jstor.org/sici?sici=0026-910%28196303%2978%3A2%3C169%3ATAEIAS%3E2.0.CO%3B2-E (archive adjunto).
- www.abdn.ac.uk/spanish/idealist/pages/page689.shtml.
- www.adamar.org/numero_22/000232.salas_ecos_cervantinos_en_un_poema_de_cernuda.htm.
- www.asociamec.org/indices/rap/num27-1/169-186.pdf.
- www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/90251734322370596754679/p0000001.htm.
- www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00365178644682106532268/p0000003.htm.
- http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D12519%2526ISID%253D494,00.html.
- www.elpasajero.com/ventolera/cenizo.html.
- www.fmcva.org/ac-cr/02e5b498890b94f37/02e5b498890c0d348.html.
- www.uaemex.mx/plin/colmena/Colmena%2035-36/LC100a%F1os/Alvarez.html.
- www.ucm.es/BUCM/revistas/ccr/11354712/articulos/ILUR9898130033A.PDF.
- www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/11319062/articulos/CFCL9898220283A.PDF.
- www.ucm.es/info/especulo/bibl_esp/jhispani/molina11.htm.
- www.uhu.es/miguel.marquez/publicaciones/olvido.pdf.
- http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/09/aih_09_2_019.pdf.
Notas:
[1] Consúltese: http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/09/aih_09_2_019.pdf.
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] En R. A. Cardwell, Ocnos, o la búsqueda del tiempo perdido (archivo adjunto). El subrayado es nuestro.
[5] Fragmento encontradao en: www.uaemex.mx/plin/colmena/Colmena%2035-36/LC100a%F1os/Alvarez.html. El subrayado es nuestro.
[6] En palabras de Freud: “El conflicto que surge en el yo, y que la melancolía suele sustituir por la lucha en derredor del objeto, tiene que actuar como una herida dolorosa, que exige una contracarga” (Freud, 1988: 2100). Véase ídem.
[7] B. A. Caballero las enumera con detalle: amor-desamor, ansiado-imposible, ilusión-desesperanza, pérdida-añoranza, recuerdo-olvido, vida-muerte, etc. Véase ídem.
[8] Véase ídem. El subrayado es nuestro.
[9] Sobre las notorias deudas de Cernuda al romanticismo europeo, y especialmente al inglés, consúltese: www.abdn.ac.uk/spanish/idealist/pages/page689.shtml.
[10] A la misma conclusión sobre la relación de la obra cernudiana, el existencialismo, el romanticismo y la muerte llega también J. Larios en Dos finales al principio: 'Diré cómo nacisteis' y 'Noche de luna', de Luis Cernuda (archivo adjunto).
[11] Sin que ello signifique que en su caso, su poesía no fuese a la vez participante activa y altamente comprometida con la vida, como acertadamente se subraya en: www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00365178644682106532268/p0000003.htm.
[12] Véase en: www.fmcva.org/ac-cr/02e5b498890b94f37/02e5b498890c0d348.html.
[13] www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/11319062/articulos/CFCL9898220283A.PDF.
[14] Fragmento perteneciente a Páginas dolorosas. Véase ídem.
[15] Versos pertenecientes al poema Los niños que corren. Véase ídem.
[16] En Paul R. Olson, Time and essence in a symbol of Juan Ramón Jiménez (archivo adjunto).
[17] Ídem.
[18] Para una presentación más que suficiente de dicho esquema (tal como lo deducimos en el apartado sobre Cernuda y el tema de la muerte), consúltese: www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00365178644682106532268/p0000003.htm.
[19] Ídem.
[20] Ídem.
[21] Véase en: www.ucm.es/info/especulo/bibl_esp/jhispani/molina11.htm.
[22] Ídem.
[23] Ídem.
[24] Ídem.
[25] Como apunta J. C. Jiménez, en: www.elpasajero.com/ventolera/cenizo.html.
[26] Aunque existen muestras muy convincentes de que Valle-Inclán en realidad se inspiró en una ya existente tendencia europea hacia lo terrible y lo monstruoso; recordemos los paradigmas del propio Goya en el marco español, cuyo eco se proyectó en Baudelaire y en el mismo Valle-Inclán, o del poeta inglés Blake, como acertadamente observa G. Díaz-Plaja, en: http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/02/aih_02_1_022.pdf.
[27] Sobre la fusión de erotismo y muerte que significa el esperpento, como por ejemplo en La cabeza del Bautista, véase ídem. Sobre la identificación de erotismo-religión-muerte, consúltese: www.ucm.es/BUCM/revistas/ccr/11354712/articulos/ILUR9898130033A.PDF.
[28] http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/02/aih_02_1_022.pdf.

Leopoldo Alas Clarín: La Regenta


Antes de indagar en las específicas posturas clarinianas en lo tocante a la educación, sería conveniente tratar de elaborar primero un cuadro histórico e ideológico que nos suministre los estímulos y las influencias concretas a las que el propio Clarín fue sujeto, y que iban a plasmarse posteriormente en su obra literaria, y en especial en La Regenta. Claro está, dicho cuadro se centrará principalmente en la interacción entre nuestro escritor y el tema particular de la educación (que durante la segunda mitad del s. XIX cobró enorme importancia, desatando toda una polémica, llena de connotaciones filosóficas como veremos), sin que esto signifique que no se analizarán de paso otros conceptos o hechos condicionantes tanto del escritor como de su novela.
En este aspecto, de mucha relevancia en la formación intelectual de toda una generación de pensadores y artistas españoles y en la del propio Clarín fue el krausismo, aunque (especialmente en este último) funcionó de forma más bien oblicua, latente y a veces distorsionada y adaptada a necesidades y a condiciones históricas concretas. Dicho movimiento filosófico proveniente del filósofo alemán de menor importancia Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832)
[1], consistió en un más bien enmarañado sistema conceptual, que a grandes rasgos trató de conciliar por una parte la religión y el Dios (si bien atribuyéndoles un barniz modernizador) y por otra parte, la recién introducida en terreno español ciencia. En lo que a su trasfondo puramente filosófico concierne, se diferenció de buena parte de la metafísica alemana (principalmente de la de Hegel), no pudiendo evitar influirse fuertemente por otras ramas de ella misma (Krause fue un discípulo de Fichte)[2]. Krause invocó la (nada innovadora) idea de una supuesta armonía humana, basada en los dos pilares de Naturaleza y Espíritu, esencias verdaderas de Dios y por ende del hombre también (dado que este último es en realidad una proyección de la perfección divina). En otras palabras, Dios comprende (y da origen) al mundo y al hombre; analizando y entendiendo el mundo podemos llegar a entender a Dios también; toda la evolución histórica del hombre no ha sido más que un proceso lineal (¿una idea predarwiniana?) desde unas formas primitivas a otras superiores de comprensión (por parte del hombre) de la armonía y de la esencia divinas, hasta el momento en que el hombre podrá experimentar el ideal krausista: una situación utópica en la que reinarán el amor, el conocimiento completo de Dios y una armonía equilibrada, objetivos a cuya realización mucho han de contribuir la ciencia y la razón[3].
Ahora bien, tal sistema, más bien simplista en su concepción, aunque de sobra complicado en su confección, que nunca podría equipararse al de los demás grandes metafísicos alemanes, iba a encontrar terreno fértil en España, como era de esperar, por las razones históricas y culturales que fácilmente podríamos adivinar: las estructuras sociales y políticas subdesarrolladas o arcaicas en comparación con sus coetáneas europeas, el déficit educacional considerable de España, fruto del sinfín de convulsiones políticas y sociales sucesivas que afligieron al país a lo largo de todo el s. XIX; y, último pero no menos importante, el profundamente arraigado espíritu tradicional español (con sus fetiches tan característicos, como el de honra o el de caballerismo) y una adhesión hasta los extremos al dogma católico cristiano, condicionamientos tan definidores de la historia y del psiquismo español propiamente dicho.
Enfrentado con un ambiente ultraconservador y un pueblo inculto y reacio a cualquier insinuación de cambio, Julián Sanz del Río debió de encontrar en el krausismo el sistema filosófico idóneo para este psiquismo español, el cual con las necesarias adaptaciones, sería el único que pudiera sembrar las primeras semillas de cambio que tanto anhelaba la clase burguesa española, a la que él mismo pertenecía. Parafraseando la teoría inicial de Krause, intentó de insertar en la mente y la sociedad españolas, exactamente estos gérmenes de cambio, eludiendo a la vez perturbar los bien anclados tabúes morales y sobre todo religiosos de sus compatriotas. Y del mismo modo iban a actuar sus célebres y afanosos seguidores, tales como Giner de los Ríos o Manuel de la Revilla
[4].
¿Cómo se encuadra el tema central de la educación en el contexto del krausismo y en especial en su versión española? La respuesta ya deberá derivar del análisis anterior. El krausismo español propugnó una amplia educación de todos los aspectos en los que consiste la entidad humana, secularizada y abarcadora de las modernas tendencias e ideas que se gestaban a la sazón en el marco europeo, inteligentemente incluyendo la religión en su programa, pero modernizándola y atribuyéndole un carácter más laico y progresista, destilándola de su tradicionalismo, conservadurismo e intransigencia profundamente enraizados.
Materialización de todo este proyecto renovador krausista fue la Institución Libre de Enseñanaza, semillero verdadero de ideas y de pensadores, único faro de progreso y de educación, dentro del monopolio oscurantista establecido por la alianza Restauración-Iglesia que predominó durante el último cuarto del s. XIX en el país. Expulsada por la educación oficial pública española (como lo fueron también repetidas veces sus fundadores, durante el período de la Restauración), y restringida en el sector de la educación privada, la ILE destacó la libertad como condición 'sine qua non' para una educación correcta, promovió la ciencia y guardó distancias del oscurantismo religioso reinante
[5]; ideó un modelo de educación individual total, contemplándola no simplemente como utensilio para ganarse la vida, sino primordialmente como confirmación de la individualidad y de un desarrollo global de la entidad humana[6]; procuró mediante su propuesta educativa insuflar en las mentes de sus contemporáneos, carcomidas de la escoria del tradicionalismo, de la intolerancia y de la ignorancia, valores como la ciega confianza en la naturaleza humana, en la cual creyeron inmanentes otras cualidades, tales como la tolerancia, la libertad, la integridad moral y la perfección estética[7]; asoció por vez primera la adquisición de conocimientos técnicos con el contacto directo con la naturaleza y abogó por la unidad de educación, conocimiento, vida y juego[8]; demolió cualquier frontera racial o de sexo, impulsando la coeducación, manteniendo aún más en estrecha relación vida y escuela[9].
Ya disponemos de un fuerte mapa conceptual con relación al fenómeno del krausismo en general, a su inserción, diferenciación y aplicación específica en el marco español de la segunda mitad del s. XIX, a la relación íntima entre krausismo español y a la educación y los frutos concretos que dicha relación engendró.
Le debemos todavía un análisis a la otra vertiente que confluyó en la formación teórica y artística de Clarín: el naturalismo, tema que podemos relacionar con el de la educación sólo a través del concepto del determinismo, otro fruto éste de las fermentaciones ideológicas que se dieron a lo largo del s. XIX en el marco europeo. Ahora bien, dicho concepto iba a irrumpir en el terreno artístico-literario al adoptarlo el fundador del llamado movimiento naturalista literario, el francés Émile Zola, quien fuertemente influido por las nuevas tendencias y desarrollos científicos de la época, trató de aplicar la nueva mentalidad experimental-científica en el campo de la novela
[10]. En sus propias palabras: "A menudo me bastará con reemplazar la palabra médico por la palabra novelista para hacer claro mi pensamiento y darle el vigor de una verdad científica"[11]. O como afirmara él mismo en otra ocasión: "Nuestro gran estudio está aquí, en el trabajo recíproco de la sociedad sobre el individuo y del individuo sobre la sociedad"[12]. Ideas sobradamente reveladoras de la repercusión que tuvo el determinismo como categoría filosófica en la configuración del Naturalismo literario francés y que destiladas por la moderación española desembocarían en las dubitaciones famosas de la considerada como la más 'naturalista' de los naturalistas españoles, Emilia Pardo Bazán: "el vicio capital de la estética naturalista: someter el pensamiento y la pasión a las mismas leyes que determinan la caída de la piedra"[13].
Pues bien, a pesar de dichas vacilaciones, debidas a evoluciones históricas propias en el marco español y aunque de un modo señaladamente más moderado, esforzándose por guardar distancias del radicalismo del paradigma francés, limitándose más bien a reinventar el propio legado naturalista español (Cervantes, picaresca)
[14], los grandes escritores españoles de la Restauración adoptaron, con amplias divergencias entre sí y de modo marcadamente personal cada uno, muchas de las premisas del naturalismo literario francés y zolaesco en especial. Entre ellas, el ya citado determinismo, concepto que englobaba a la vez el papel condicionante (y visto de modo casi fatalista, aunque el mismo Zola no aceptara dicho término[15]) de la educación, tema este último, que aunque encontrara sus más evidentes manifestaciones en la obra de escritores como Emila Pardo Bazán o Vicente Blasco Ibáñez (con su La Barraca[16]), también se iba a plasmar, de modo más latente pero igualmente determinante en La Regenta de Leopoldo Alas Clarín. Al fin y al cabo, los personajes centrales en dicha obra se ahogan a causa de la educación deficiente o errónea a la que fueron sujetos de adolescentes, no pudiendo librarse de las consecuencias fatales que ella conlleva durante su vida adulta, y es exactamente en este punto donde se pueden constatar las influencias del determinismo naturalista en La Regenta de Clarín. Veamos ahora más en detalle cómo se concreta esta correlación e interacción entre la educación (de prosapia krausista-naturalista-determinista, tal y como la hemos presentado anteriormente en este trabajo) y la obra maestra de Clarín.
Ana Ozores es la protagonista trágica de La Regenta, cuya situación asfixiante se nos presenta como consecuencia de una educación católica, en consonancia con su alcurnia y en contra de su propia naturaleza, negándole sus instintos físicos y corporales, aniquilando toda espontaneidad y talante en su vida de adolescente, en última instancia, haciendo todo lo posible para que se ajuste a lo que una sociedad tradicional y oscurantista ordena. El resultado va a ser un torcido y anormal desarrollo psíquico de Ana, el cual hará de ella un ser melancólico, triste, proclive a la depresión, el aburrimiento crónico y el misticismo, desembocando en la enfermedad y el colapso final
[17]. Muchas ideas de índole filosófica subyacen aquí: primero, el determinismo naturalista y el krausismo de Clarín, a los que ya nos hemos referido de modo exhaustivo; un anticlericalismo explícito que se aprecia además en el tono grotesco, paródico pero a la vez horripilante que Clarín utiliza al describir la educación católica de Ana suministrada por sus tías y su aya; una crítica fuerte y una repugnancia expresa hacia la sociedad, que se nos presenta como opresora y destructora del hombre, con única pretensión obligarle a él a obedecer y a adaptarse sin más a sus normas (claramente baladíes, según Clarín), ignorando sus propias cualidades y necesidades psíquicas; la contemplación de la educación como un mecanismo adicional del poder (todo se incluye en este término: la sociedad, la iglesia, la familia) para que se recupere de la 'enfermedad' (o sea de un estatus 'antisocial', como el que muestra Ana con sus inclinaciones artísticas, con su sentimentalismo romántico o con sus aventurillas amorosas inocentes), como observa con acierto Fernández María S.[18].
Los demás personajes, como es de esperar, no se apartan del esquema que acabamos de esbozar. El Magistral Fermín de Pas, se encuentra en una escisión interna enorme: por una parte, sus instintos biológicos, que le empujan a amar a Ana de modo natural y no a través de las abstracciones religiosas que le proporciona su oficio; por otra, aquella educación cristiana que le niega cualquier insinuación de amor biológico, en nombre de una futura ascensión a la cúspide de la pirámide eclesiástica que le ofrece como compensación. De modo otra vez paródico, que a la vez encierra gran compasión, Clarín conoce la razón profunda de esta escisión y desdicha de su héroe: es su madre, figura despótica, representante fiel de la sociedad y de sus mecanismos educativos, que no duda en destruir a su propio hijo, sólo para insuflarle un corpus de valores putrefactos de una sociedad igualmente podrida
[19].
En lo que a Álvaro Mesía se refiere, baste decir que su educación más bien brilla por su ausencia, al menos esta es la impresión que aparentemente quiere crear Clarín. No existe en la novela cualquier mención acerca de su pasado (familiar o profesional)
[20]. Al parecer, Clarín se valió de dicho personaje para denunciar otros fenómenos de la época, tales como el caciquismo[21], el utilitarismo, el pragmatismo cínico contrapuesto al idealismo romántico, o la corrupción ética del clientelismo político dominante durante la Restauración. Pero al fin y al cabo, tras teñir a Mesía con los colores más oscuros, y al atribuirle un carácter tan defectuoso, frívolo y malicioso, Clarín no hace más que insinuar otra vez el problema general de la carencia de educación como causa principal de la degradación psíquica y ética del hombre.
En fin, respecto a Víctor Quintanar, se trata de otro protagonista que se destruye física y psíquicamente, si no exclusivamente, al menos en gran parte a causa de la falta o de la deficiencia de la educación adquirida: así es cuando por ejemplo Quintanar decide asistir al duelo con Mesía, empujado por las presiones sociales, por la ética moral que impone la sociedad circundante (aquí encarnizadas en la persona del Magistral Fermín de Pas)
[22] y por su mala comprensión de las novelas Calderonianas, que le infunden una susceptibilidad a ultranza hacia el tema del honor y la venganza del 'marido ultrajado'[23]. De todos modos, la burlesca figura de Víctor Quintanar encubre otra vez una infancia y una educación problemáticas[24], hecho que configura el trágico desenlace de la vida de este personaje, y que constituye la razón principal del trato compasivo y profundamente humano que le guardó Clarín.
Bibliografía general
- Barroso, A. et al. Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo
XVII. Madrid: Ediciones Istmo, 2001.
- Πάντου, Σ.. Λογοτεχνία Ισπανίας Ι. Πάτρα: Εκδόσεις Ελληνικού Ανοικτού Πανεπιστημίου, 2001.

FUENTES DE INTERNET
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http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html.
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Christian_Friedrich_Krause.
[2] www.filosofia.org/enc/ece/e30825.htm y www.portalmundos.com/mundofilosofia/espanola/krausismo.htm.
[3] www.filosofia.org/enc/ece/e30825.htm.
[4] http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html.
[5] www.ensayistas.org/critica/generales/krausismo/temas/ile.htm.
[6] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_042.htm.
[7] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_043.htm y www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_044.htm.
[8] Con la llamada pedagogía de intuición. Consúltese:
www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_044.htm y www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_045.htm.
[9] www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_04/krausismo_046.htm.
[10] Véase en: www.auladeletras.net/material/real.pdf.
[11] Ídem.
[12] Ídem.
[13] Ídem.
[14] Sobre dicha supuesta 'restauración' del naturalismo español, según Galdós, y sus aplicaciones en La Regenta de Clarín, consúltese: http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[15] www.auladeletras.net/material/real.pdf.
[16] www.ucm.es/info/especulo/numero9/barraca.htm.
[17] Consúltese: www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[18] Consúltese: www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12604863131268282976624/p0000002.htm.
[19] www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[20] http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[21] Consúltese www.rumbos.net/rastroria/rastroria09/Clarin_.htm y http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[22] http://oldwww.upol.cz/res/ssup/hispanismo3/hisp3estebanezregenta.htm.
[23] www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12473959873481628265679/p0000001.htm#I_3_.
[24] www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/13561621092356052976613/p0000006.htm.

Romanticismo Español: Larra y Espronceda


Preguntándonos de la existencia de un movimiento romántico, propiamente dicho, en la literatura española decimonónica, nos sería de mucha ayuda dirigirnos, en primer lugar, hacia la interrelación entre el entorno histórico, sociopolítico y cultural español de principios del s. XIX y el correspondiente europeo.
Mariano José de Larra
"El sentimiento es una flor delicada, manosearla es marchitarla"
Mariano José de LarraSi así actuamos, no podemos perder de vista el atraso inevitable que supuso la configuración política española, con una Guerra de Independencia que iba a ser tanto sangrienta como derrochadora de energías creativas, que Europa ya hacía mucho tiempo había invertido en su desarrollo económico y cultural, y con una década (que luego iba a denominarse 'la Década Ominosa), la de entre 1823 y 1833, que se marcó por la brusca represión de toda expresión artística libre y la contención de todo ímpetu creativo o renovador que se estaba gestando durante toda la época de la Ilustración dieciochesca. Entonces, una primera y fundamental diferencia entre el Romanticismo español y el europeo, estriba en unas muy distintas entre sí coyunturas históricas
[1]. Al introducirse en el marco español la mentalidad romántica, ya se habían manifestado los primeros indicios de su decadencia en los demás países europeos.
Por otra parte, la formación definitiva cultural de los románticos españoles se vio condicionada, por el peso inaguantable de un Siglo de Oro, de valores más tradicionalistas y conservadoras, cuya proyección política en el s. XIX sería el conservadurismo carlista más que el liberalismo romántico; por una Ilustración española igualmente moderada en comparación con la correspondiente europea que dio lugar a una Revolución como la francesa; y por un liberalismo en realidad prestado, imitado, más que naturalmente surgido, introducido en España por los liberales exiliados, después de 1823, fecha de la muerte de Fernando VII. De ahí que el Romanticismo español adquiriera su carácter más moderado y a veces hasta conservador y tradicionalista
[2], mientras no faltan los que le niegan del todo su existencia como movimiento literario íntegramente y de modo original formado[3].
De todo modo, si bien el Romanticismo español no alcanzó las altitudes de otras escuelas románticas europeas, nadie le podría negar la producción de unas (pocas, es verdad) figuras de indiscutible talento y calidad literaria, como la de Espronceda o la de Larra.
Éste último, llegó a convertirse en el prototipo del liberal y romántico, tanto por sus indiscutibles destrezas literarias y su papel no menos significante a favor de la lucha política e ideológica de los liberales de sus años, como también por su suicidio, remate congruente con una vida apasionada como la que él vivió.
"El corazón del hombre necesita creer en algo y cree en las mentirascuando no encuentra verdades en las que creer "
Mariano José de Larra La tragedia que caracterizó a la vida de Larra y a todo el movimiento romántico español, ha sido la misma que ha determinado cualquier período de transición y cualquier ideología del hombre. Larra vivió exactamente en una época transitoria del Antiguo Régimen monárquico a un estado todavía no del todo cristalizado, pero sí prometedor de un porvenir mejor, de una sociedad de carácter esencialmente feudal (aún más fuerte en el caso de España) a la sociedad burguesa e industrial moderna. Su infortunio fue que le tocó vivir en una sociedad como la española de principios del s. XIX, asolada por la guerra (ya fuera la de Independencia o las llamadas carlistas), estrechamente ligada a su pasado y a sus pilares ideológicos de religión, monarquía, y tradición, social- y económicamente atrasada, carente de las condiciones aquellas que mucho antes condujeran a los países europeos más desarrollados a sus Revoluciones burguesas (véase Revolución francesa). En esta incapacidad de cambiar radicalmente, propia de la sociedad española de aquel entonces, combinada con el ímpetu revolucionario que caracterizó a Larra y a los demás escritores liberales de su generación, residió la insuperable y trágica contradicción de él mismo y de todo el movimiento romántico
[4].
El caso Larra es muy interesante por dos razones: por un lado demuestra el conflicto que debe existir siempre que un espíritu insólito como el suyo se encamina a cambiar la realidad que lo rodea, sea personal o social, motivado por aquel insaciable descontento permanente, del que al parecer han de sufrir más estas personalidades excepcionales. Larra era condenado a derrotarse a causa de lo irrealizable de su proyecto: España no iba a transformarse tan pronto como él lo quisiera. En realidad, esta insistencia suya en no cambiar iba a derrocar décadas después a otra generación, la del '98, y la lucha entre tradición y transformación iba a pervivir hasta mediados del siglo próximo, arruinándo el país por completo.
Por otra, y en un nivel más filosófico, quizás ponga de manifiesto la inevitable bancarrota final de toda revolución social y política (sin que se pueda negar la importancia de ella). La Revolución tal vez constituya el más eficaz estímulo para que sucedan transformaciones sociales históricamente, y una de las más importantes fuentes de desilusión para el hombre, a la vez. De esta índole 'creativa' y decepcionante de la Revolución como concepto y fuerza transformadora fue víctima Larra.
"Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas."
Mariano José de LarraNo es de extrañar pues, que el entierro de Larra cobrara una importancia extremamente política y colectiva. Ni fue la primera vez en la Historia, que el entierro de un escritor políticamente comprometido, se tiñera políticamente. Relativo en este caso es el entierro del poeta chileno Pablo Neruda, el 25 de noviembre de 1973
[5], sólo pocos días después del golpe de estado dirigido por Augusto Pinochet y de la muerte de Salvador Allende. La única diferencia entre los dos entierros: que al de Larra le siguió una larga etapa de lucha para su clase social favorita hasta su establecimiento final en el poder, mientras que al de Neruda le siguió una de las épocas más violentas y oscuras que ha conocido Chile y la humanidad entera.
Sería injusto si omitiéramos una breve referencia al segundo escritor español romántico, que junto con Larra costituyeron los dos gigantes del Romanticismo español, José de Espronceda. Las similitudes entre los dos son impresionantes y efectivamente las que los categorizan como 'románticos': en las personalidades y vidas convulsas de ambos se personificaron la actitud apasionada hacia la vida, la propensión aventurera, el amor (siempre incumplido) como remedio último de una vida llena de desilusión y aflicción, la política, el talento, la utopía, la desesperación, el pesimismo, la verbosidad, la exageración, la ironía, la juventud que se va desgastando hasta la muerte precoz..
Todas estas vertientes se comprueban en la poesía misma de Espronceda. Tomemos como ejemplo su poema con el título más elocuente de 'La Desesperación'
[6]. En éste se aprecia sobre todo el sentimiento de su título, que se va justificando a lo largo del poema, a través de un cinismo y una ironía, propias del Romanticismo y en concreto de su autor. Las imágenes utilizadas son crueles, hasta horripilantes ('... tostarse allí un anciano...'); parece como que el verdadero motivo de Espronceda es exactamente éste: asustar a su lector ('... y al mundo adormecido le haga estremecer'), hacerlo despertar de su letargo, hacerle ver lo que él percibe: la desesperación inmensa en la que está
José de Espronceda hundido el hombre y la vida misma; la crueldad en la que -sin querrerlo- está obligado el poeta a vivir; la violencia, la grosería del hombre, la mentirosa índole del amor lascivo y superficial, la ilusión.. Pero es más: Espronceda, siguiendo una trayectoria típicamente romántica, ya ha llegado a un punto, muy similar al de Larra, en el que se encuentra totalmente alejado del resto del mundo, al callejón sin salida tan consustancial a todo el movimiento romántico español. No pudiendo contener su ímpetu juvenil, ni resolver sus contradicciones internas, siendo sujetos y esclavos de una ideología utópica, tan ajena a la realidad coetánea, alienados completamente del resto de sus mediocres conciudadanos, incapaces de cambiar la realidad como tan ardientemente lo intentaran, los románticos se condujeron con exactitud matemática a su fracaso y destrucción personal.


Bibliografía
- Barroso A. et al 2000. "Introducción a la Literatura Española a través de los textos - II. Siglos XVIII y XIX". Madrid: Ediciones Istmo.
- Αλεξίου Β., Παλαιολόγος Κ. 2001. "Λογοτεχνία Ισπανίας ΙΙ". Πάτρα: Εκδόσεις Ελληνικού Ανοικτού Πανεπιστημίου.


FUENTES DE INTERNET
- Escobar J.: "Larra: esperanza y melancolía". Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/larra/autor.shtml.
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- Torrón D.M.: "Fundamentos teóricos acerca del Romanticismo español". Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01367397653436162065679/p0000001.htm.
- http://www.ale.uji.es/larrart.htm.
- http://www.ale.uji.es/romesp.htm.
- http://www.alohacriticon.com/viajeliterario/article520.html.
- http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/genios/estilos/16.htm.
- http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/larra/.
- http://coopvgg.com.ar/selva/espronceda/desesperacion.htm.
- http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1912.
- http://www.fundacionneruda.org/biografia_neruda1965.htm.
- http://www.los-poetas.com/j/espro.htm.
- http://www.proverbia.net/citasautor.asp?autor=571.
[1] Josep Mª Bernis Pueyo (2002): " Posturas de la crítica contemporánea ante el romanticismo español ". Disponible en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/romanesp.html.
[2] Ídem.
[3] No faltan tampoco quienes descartan toda la aquí expuesta argumentación sobre el carácter tardío y superficial del romanticismo español, y al contrario lo contemplan como del todo simultáneo e igual (si no superior) al correspondiente europeo. Por ejemplo, véase en: Torrón D.M.: "Fundamentos teóricos acerca del Romanticismo español". Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01367397653436162065679/p0000001.htm.
[4] Esta idea se puede encontrar también en: Escobar J.: "Larra: esperanza y melancolía". Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/larra/autor.shtml.
[5] Consúltese por ejemplo los datos biográficos del poeta que se ofrecen en: http://www.fundacionneruda.org/biografia_
neruda1965.htm.
[6] Se puede encontrar en: http://coopvgg.com.ar/selva/espronceda/desesperacion.htm.

Wednesday 12 March 2008

El Mío Cid - El Libro de Buen Amor - La Celestina: del Medioevo al Renacimiento español


Las tres obras maestras de la literatura española medieval, El Poema de Mio Cid, El Libro de Buen Amor y La Celestina, nos ofrecen una representación perfecta de la evolución de la sociedad, la cultura y la lengua españolas de la Edad Media. Su sucesión temporal corresponde exactamente a las transformaciones correspondientes que sufrió la sociedad y la ideología españolas durante el medievo, hasta los albores del Renacimiento.
Siguiendo la susodicha sucesión temporal física, tendríamos que empezar por definir los rasgos sociales de la España medieval que se reflejan en El Poema de Mio Cid. Dicha obra se escribe en el siglo XII (se ha fechado en 1140
[1]), mientras que su héroe principal, el Cid, sabemos que vivió en el siglo anterior (desde 1043 hasta 1099[2]). En lo que a España (aunque el término sea un poco inoportuno para la ocasión, pues España como tal se iba a formar como entidad nacional reconocible un poco más tarde) se refiere, se encuentra todavía dentro del llamado proceso de Reconquista, marcado por la continua alternancia de dominio entre las dos principales entidades étnicas y culturales que pueblan la Península: los cristianos y los musulmanes. Pero ya el mundo musulmán peninsular empieza a dar muestras de decadencia: el califato de Córdoba se ha descompuesto en pequeñas taifas, las que van a dar lugar a los efímeros emiratos almorávides (s. XI) y almohades (s. XII)[3]. Los reinos cristianos entran poco a poco en una fase de desarrollo en todo sector, hasta la culminación final del s. XV.
Dentro de este marco histórico, justamente en el seno del proceso de la Reconquista, se inscribe la vida del personaje histórico y el poema mismo de el Cid. ¿Qué características sociales y culturales emanan pues del poema, ya que como señalamos, la época histórica ha de reflejarse en la obra literaria?
Ø Primero, debemos hacer hincapié en que se trata de una sociedad teocrática y guerrera. La época propicia la aparición de jefes guerreros poderosos, mientras que todo el hilo social se puede afirmar que se influye y conformao casi por completo por estos dos pilares fundamentales: la religión y la guerra. De ellos emanan todas las características sociales, ya sean estática- o dinámicamente vistas: por ejemplo, a medida que los libres campesinos de las zonas fronterizas le sirven al 'status quo' social vigente de pobladores (recordamos el simultáneo proceso de Repoblación), de defensores o de trabajadores de las vastas tierras recién adquiridas, se les reconoce su libertad; pero, al expandirse y generalizarse el proceso de Reconquista, se van a nececitar mecanismos y hombres de fuerza para que se organice más eficientemente la guerra misma. Y así emerge el jefe militar, como en nuestra ocasión el Cid, figura que a largo plazo irá acumulanldo fuerza, títulos nobiliarios y posesión enorme de bienes y de hombres (los otrora propietarios libres de las fronteras)
[4].
Como era de esperar, la obra literaria coetánea a los procesos históricos-sociales ya descritos, ha de reflejar éstos mismos, y justamente ésto es lo que hace 'El Poema de Mio Cid'. El espíritu guerrero-teocrático se plasma de modo muy representativo en los versos mismos del poema, y como ejemplo consultemos el siguiente pasaje:

¡Grado a Ti, Padre espirital!
En sus tierras somos y femoles todo mal, Bebemos su vino y comemos el su pan, 1105 Si nos çercar vienen, con derecho lo fazen. A menos de lid no se partira aquesto; Vayan los mandados por los que nos deben ayudar, Los unos a Xerica y los otros a Alucad, Desi a Onda y los otros a Almenar, 1110 Los de Borriana luego vengan aca. Compeçaremos aquesta lid campal, Yo fio por Dios que en nuestro pro enadran. [CRONISTA] Al terçer dia todos juntados son, El que en buen hora nasco compeço de fablar. [CID] 1115 Oid, mesnadas, ¡si el Criador vos salve! Despues que nos partiemos de la limpia cristiandad, No fue a nuestro grado ni nos no pudiemos mas, Grado a Dios lo nuestro fue adelante, Los de Valençia çercados nos han, 1120 Si en estas tierras quisieremos durar, Firmemiente son estos a escarmentar; Pase la noche y venga la mañana, #0067 Aparejados me sed a caballos y armas, Iremos ver aquella su almofalla, 1125 Como homnes exidos de tierra estraña; Alli pareçra el que merece la soldada[5]


Queda patente por una parte el significado de la guerra para la sociedad y su justificación sin condiciones para ambos lados ("Si nos çercar vienen, con derecho lo fazen", "Como homnes exidos de tierra estraña" - pues, ya que los 'moros' son homnes exidos de tierra estraña, es lógico declararles la guerra), y por otra, la fuerte correlación entre la guerra y una religiosidad supersticiosa que aparentemente cumple la función bipolar de justificación moral y alivio sicológico para las consecuencias de aquélla.
Ø Por otra parte, mención especial merece el carácter feudal (tema que ya se ha insinuado antes, cuando hablábamos del proceso de acumulación de poder y bienes por los jefes militares
[6]) que también se encuentra estrechamente vinculado a la guerra, y el empuje insoportable que experimenta una sociedad en auge en todos los sectores, que se ve obligada a expandirse a toda costa, a fin de adquirir las tierras y los bienes imprescindibles para alimentar tal dinamismo; de modo que podemos hablar de una Reconquista llevada a cabo principalmente por motivos económicos, barnizada, eso sí, con las armas ideológicas de la religión cristiana, del consiguiente espíritu de cruzada, de los valores caballerescos y nobiliarios. En palabras del anómimo autor del Poema:
Quando vino el dezeno, hobieronsela a dar.
Grandes son los gozos que van por ese logar,
Quando mio Çid gano a Valençia y entro en la çiudad.
Los que fueron de pie caballeros se fazen;
¡El oro y la plata quien vos lo podrie contar!
1215 Todos eran ricos quantos que alli ha.
Mio Çid don Rodrigo la quinta mando tomar,
En el haber monedado treinta mill marcos le caen,
¡Y los otros haberes quien los podrie contar!
Alegre era el Campeador con todos los que ha,
1220 Quando su seña caudal seie en somo del alcaçar.
Ya folgaba mio Çid con todas sus compañas,
A aquel Rey de Sevilla el mandado llegaba,
Que presa es Valençia que no se la emparan
[7].
Hemos analizado ya el proceso de la impresión de un marco histórico concreto sobre la obra literaria coetánea en general, y hemos visto cómo éste se aplica al caso de El Poema de Mio Cid. Añadamos a este análisis estático una visión más dinámica: ¿coincide la evolución sociocultural de una sociedad con las diversas transformaciones que se notan en el campo de la literatura de dicha sociedad? O sea, si estudiamos obras literarias pertenecientes a diferentes épocas históricas ¿podremos deducir de ellas las metamorfosis diversa que ha sufrido a su vez la sociedad correspondiente?
Tomemos el caso de El Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita. Dicho libro se escribe en el s. XIV. Este siglo está marcado por una crisis en todos los niveles, tanto en Europa como en España: crisis demográfica (la peste negra oque empezó a expandirse por toda Europa en 1347), crisis económica (ocasionada en gran medida por los efectos despobladores de la ya mencionada peste negra y la consiguiente subida general de los precios que la carencia de mano de obra conllevó), crisis monárquica (que consistió en la irrupción de dinastías bastardas en la lucha de la reivindicación del trono monárquico, como lo hicieron por primera vez los Trastámara, y las subsiguientes guerras entre la monarquía 'legítima', propiamente dicha, y la nobleza), crisis religiosa (que se manifestó como crisis moral, como menosprecio hacia la religión y la Iglesia, como aumento de las supersisticiones, y que iba a culminar con el llamado Cisma del Occidente de 1378 en el marco europeo), y en fin, crisis cultural (fruto y motor a la vez de todas las ya mencionadas crisis diversas)
[8].
Justamente en este marco histórico se enmarca El Libro de Buen Amor, y si nuestra hipótesis ha sido correcta, dicha obra deberá haber incorporado los nuevos datos sociales, la nueva ética y estética, las nuevas necesidades.
Efectivamente: la obra del Arcipreste de Hita dispone de una temática variada y ligera, en vez de la pesada y sobria de el Poema de Mio Cid; su autor prefiere abordar el tema-tabú para la Edad Media de las relaciones amorosas entre el hombre y la mujer, siendo aparenetemente indiferente ante los temas grandes y heroicos de los siglos anteriores; el interés se centra ahora en los asuntos más humanos, casi prácticos (¡el Libro de Buen Amor se parece mucho a un manual sobre el modo de manejar alguien eficientemente las cosas del amor!) en vez de en las cualidades metafísicas de la valentía, del heroismo, de la sumisión sin condiciones a la voluntad de Dios y del rey, del honor que les atribuían a sus héroes los autores anónimos y los juglares de los siglos anteriorles; la pomposidad del cantar de gesta se ve sustituido por el tono jocoso, irónico y hasta cínico del Libro de Buen Amor; éstas no son épocas para los grandes ideales, sino que más vale la revaloración de las nacesidades más simples y terrenales; ya es hora para un giro radical hacia lo que hasta ahora se había condenado y reprimido de insignificante, de profano, de pecador. El arsenal ideológico medieval ya parace como que ha llegado a una bancarrota estrepitosa, y la inicial perplejidad del hombre del s. XIV se reemplaza por una drástica mutación del interés por lo mundano, lo humano. Y de esta reorientación precoz hacia lo humano (que necesitará más de un siglo y medio hasta florecer en la coorriente del Humanismo Renacentista) máximo exponente va a ser el Arcipreste de Hita con su Libro de Buen Amor.
Muy representativos al respecto son los fragmentos que siguen
[9]:

1. DE CÓMO EL ARÇIPRESTE FUÉ ENAMORADO É DEL ENXIENPLO DEL LADRÓN É DEL
MASTYN
[168] Duena de buen lynaje é de mucha nobleza,
Todo saber de dueña sabe con sotileza,
Cuerda é de buen seso, non sabe de villeza.
Muchas dueñas, é otras de buen saber, las veza.
[169] De talla muy apuesta é de gesto amorosa,
Loçana, doñeguil, plazentera, fermosa,
Cortés é mesurada, falaguera, donosa,
Graçiosa é donable de amor en toda cosa.
(Nótese el tema - tabú del amor, el tono gracioso de la lengua, la descripción fiel de las características físicas y sicológicas de la mujer).

2. DE CÓMO EL AMOR VINO AL ARÇIPRESTE É DE LA PELEA QUE CON ÉL OVO EL
DICHO ARÇIPRESTE
[181] Dyrévos la pelea, que una noche me vino,
Pensando en mi ventura, sañudo é non con vino:
Un ome grande, fermoso, mesurado á mi vino:
Yo le pregunté quién era; dixo: "Amor, tu vezino.
(aunque más abajo le va a reprochar al Amor por los males que él conlleva, en esta estrofa la descripción que le hace el Arcipreste de Hita es del todo halagüeña).

3. ENXIENPLO DE LA PROPIEDAT QUE'L DINERO HÁ
[490] Mucho faz' el dinero, mucho es de amar:
Al torpe faze bueno é ome de prestar,
Ffaze correr al coxo é al mudo fablar,
El que non tiene manos, dyneros quier' tomar.
[491] Sea un ome nesçio é rudo labrador,
Los dyneros le fazen fidalgo é sabydor,
Quanto más algo tiene, tanto es de más valor;
El que non há dineros, non es de sy señor.
[494] Ffazíe muchos priores, obispos é abbades,
Arçobispos, dotores, patriarcas, potestades,
Á muchos clérigos nesçios dávales denidades.
Fazíe verdat mentiras é mentiras verdades.
[495] Ffazíe muchos clérigos é muchos ordenados,
Muchos monges é mongas, rreligiosos sagrados:
El dinero les dava por byen esaminados;
Á los pobres dezían que non eran letrados.
[503] Yo vy á muchos monges en sus predicaçiones
Denostar al dinero é á sus tenptaçiones;
En cabo, por dyneros otorgan los perdones,
Asuelven los ayunos é fazen oraçiones.
(aquí el Arcipreste de Hita se muestra muy elocuente sobre la crisis religiosa y moral de la que hablábamos antes. ¡Nótese el contenido revolucionario de estos versos, en los que el autor no duda en parodiar hasta a los decaídos representantes de Dios!).
Por último, contemplando la obra de Fernando de Rojas Tragicomedia de Calisto y Melibea, más conocida como La Celestina, no podemos sino volver a reconocer la validez del axioma general que anteriormente hemos formulado: que diferentes épocas históricas han de producir obras literarias a su imagen y semejanza. Efectivamente, podemos apreciar elementos novedosos en La Celestina, que nos aseguran de que nuevos aires soplan en la época de finales de la Edad Media: Ya estamos en los albores de la llamada Edad Moderna y del Renacimiento. Las corrientes prerrenacentistas del Humanismo y del Erasmismo van imponiéndose en el campo filosófico, cultural y artístico, presagiando la posterior gloria del Renacimiento
[10]. Se nota un enorme ímpetu en la política (con la incotenible expansión territorial en la que se va a echar España y su subsiguiente conversión en la mayor potencia del mundo), en la economía, y en la cultura. La Celestina constituye el momento cumbre de una literatura que a su vez corresponde a todo este contexto político-social de expansión y de desarrollo.
Es por estas razones que adopta su peculiar forma de obra dialogada para ser leída
[11], recurso formal que obviamente está vacilando entre la prosa y el teatro; se le nota pues, una conciencia y un esfuerzo de abarcar formas y contenidos más complicados y compuestos, si bien todavía no se han madurado las condiciones que un poco más tarde alimentarán el gran teatro barroco español. Flirteando con los recursos trágicos (en vez de los meramente narrativos) que abren nuevas perspectivas en la expresión literaria, La Celestina ya da muestras de su carácter renovador; centrándose en los aspectos trágicos del comportamiento individual de sus héroes, merece calificarse de humanista[12] y de renacentista[13]; no consiguiendo todavía desprenderse de las premisas moralizadoras medievales, sí se esfuerza en inscribirse en la nuevas corrientes antropocéntricas del Renacimiento incipiente; dejándose seducir por el encanto del habla popular de sus personajes de modesto linaje, se adhiere a un realismo más práctico, más cotidiano y humano, guardando las distancias con la lengua épica y pomposa de los poemas épicos medievales por un lado, o con el lenguaje intencionadamente culto utilizado por los eruditos poetas que ejercieron el mester de clerecía, por otro.
En este sentido, La Celestina constituye el prototipo de obra literaria de su época, asimilando magistralmente lo existente y lo que ha de venir, lo conocido y lo desconocido, la tradición y la transición, conservando para sí el título de la gran obra artística y corroborando en definitiva nuestra hipótesis inicial de correlación indudable entre contexto histórico y expresión literaria.

Bibliografía
- Barroso A. et al 2001. "Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo XVII". Madrid: Ediciones Istmo.
- Martín J. L. et al, 2005. "Historia de España - 1. De la Prehistoria al fin del Antiguo Régimen". Madrid: Ediciones Taurus.
- Ubieto A. et al, 1991. "Introducción a la Historia de España". Barcelona: Editorial Teide.
- Πάντου Σ. 2001. "Λογοτεχνία Ισπανίας Ι". Πάτρα: Εκδόσεις Ελληνικού Ανοικτού Πανεπιστημίου.

FUENTES DE INTERNET
- http://aaswebsv.aas.duke.edu/celestina/MIO-CID/.
- http://www.ai-camineria.com/congresos/celestina.htm.
- http://aula.elmundo.es/aula/laminas/lamina1078827929.pdf .
- http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/cid/02405030878817831754491/01037
9.pdf?incr=1.
- http://www.gutenberg.org/etext/16625 (formato 'Plain text, iso-8859-1, zip, 439 KB, main site mirror sites P2P').
- http://www.gutenberg.org/etext/1619.
- http://roble.pntic.mec.es/~msanto1/lengua/1celeste.htm.
- http://www.ucm.es/info/especulo/numero25/b_amor.html.



[1] Barroso A. et al 2001. "Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo XVII". Madrid: Ediciones Istmo, pág. 59.
[2] Πάντου Σ. 2001. "Λογοτεχνία Ισπανίας Ι". Πάτρα: Εκδόσεις Ελληνικού Ανοικτού Πανεπιστημίου, σελ. 27.
[3] Martín J. L. et al, 2005. "Historia de España - 1. De la Prehistoria al fin del Antiguo Régimen". Madrid: Ediciones Taurus, pág. 141-144.
[4] Para una breve descripción del proceso, véase en Martín J. L. et al, 2005. "Historia de España - 1. De la Prehistoria al fin del Antiguo Régimen". Madrid: Ediciones Taurus, pág. 135-137.
[5] Disponible en: http://aaswebsv.aas.duke.edu/celestina/MIO-CID/.
[6] Martín J. L. et al, 2005. "Historia de España - 1. De la Prehistoria al fin del Antiguo Régimen". Madrid: Ediciones Taurus, pág. 135-137.
[7] Disponible en: http://aaswebsv.aas.duke.edu/celestina/MIO-CID/.
[8] Ubieto A. et al, 1991. "Introducción a la Historia de España". Barcelona: Editorial Teide, pág. 229 que -247.
[9] Tomados de: http://www.gutenberg.org/etext/16625, formato 'Plain text, iso-8859-1, zip, 439 KB, main site mirror sites P2P'.
[10] Ubieto A. et al, 1991. "Introducción a la Historia de España". Barcelona: Editorial Teide, pág. 291-292.
[11] Barroso A. et al 2001. "Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo XVII". Madrid: Ediciones Istmo, pág. 240.
[12] ¡En: http://aula.elmundo.es/aula/laminas/lamina1078827929.pdf se le categoriza como perteneciente al género de la comedia humanista!
[13] Barroso A. et al 2001. "Introducción a la Literatura Española a través de los textos - I. De los orígenes al siglo XVII". Madrid: Ediciones Istmo, pág. 240,241.